Pov. Iván
Semestre 5. Universidad.
Hace ya unos cuantos días desde que llegué a quedarme a
vivir con Marco y ya creamos nuestra rutina de todos los días. Nos levantábamos
muy tarde, íbamos a comprar cosas para la comida/cena y nos sentábamos juntos,
y un día que terminamos de comer quise platicar con él de cosas
"serias", y sin dejar de ver el lavabo que estaba goteando un poco,
me levanté, recogí su plato y hablé.
- ¿Hoy tienes clases?
-Sí.
-Y... ¿no piensas ir o qué?
-Nah.
Vaya, si hubiera sido yo el que le dijera eso me estaría corriendo
de la casa a que fuera a mis clases. Aunque bueno, es sábado, no lo culpo que
no le dé la gana de ir. Pero todo iba bien, hasta eso. Aún no me regañaba por
haber (literalmente) huido de la casa de mis padres, porque no le he dicho nada
por supuesto.
-Iván.
- ¿Mm?
Y luego lo arruinó.
- ¿Cómo demonios llegaste hasta acá? Es jodidamente
increíble que me hayas encontrado y que estés aquí... ¿Acaso tus padres saben
algo de ti? ¿Te fugaste? ¿Te volviste más pendejo de lo que eras?
Se sentó en el sillón donde nomás él cabe, me voltea a ver y
se rasca la cabeza.
-Jajajaja, sí Marco, pero eso ya lo sabíamos... igual, no es
como si alguien fuera a preocuparse por eso.
Suspiré, me senté arriba de él y lo veo con ojos
entrecerrados.
-Ni siquiera el pendejo con el que compartía MI cuarto sabe.
Agh, Francis. Él era mi roomie, un mastodonte idiota que
tenía una beca por jugar football americano y había sido transferido a MI
cuarto por que estaba más cerca de sus clases. Siempre llegaba a hacer su
desmadre en MI habitación, me golpeaba, me molestaba y, en ciertas ocasiones,
me tocaba. Recuerdo sus sucias manos sobre mí, su estúpida fuerza bruta, su
asquerosa boca en mi cuello, mis forcejeos y la satisfacción de verlo tirado en
el piso de dolor por patearlo con toda mi fuerza y enojo. Hablar con algún
maestro acerca de estas situaciones tampoco era buena idea.
Varios de ellos sabían que yo haría cualquier cosa por pasar
alguna de sus materias. Desafortunadamente mi procrastinación causó que varias
veces sucumbiera a lujuria de mis profesores para conseguir una calificación
excelente en su clase. En las oficinas se las chupaba a mis profesores y me
cogía a mis maestras. Nada serio, no sentía absolutamente nada cuando lo hacía,
los veía con indiferencia y desdén. Ni ellos ni yo íbamos a revelar nuestro
sucio secretito. Era un cabrón. Un pendejo sin remedio.
Además de que jamás dije nada al respecto acerca de mi
roomie por que sí me daba miedo que uno de esos días mis golpes ya no me
resultaran útiles para escapar de su agarre o que me fuera a chantajear con mi
novia (en ese entonces).
- ¿Y le avisaste?
-Eh... algo así. Le dejé una carta.
"Daniel, eres un idiota, púdrete. Me largo a otro
lado."
-Vaya, qué elegante.
-Obvio microbio. Oye... creo que es hora de que recoja mis
cosas.
Me levanté del sillón y me dirigí a la maleta donde estaban
mis cosas, saqué un chicle de mi chamarra y comencé a pegar unos pósters de My
Chemical Romance con cinta adhesiva. Marco sólo se limitó a rodar los ojos
mientras me reía, le di la espalda y pegué pedacitos de cinta en los párpados
para que mis ojos quedaran de más abiertos. Giré de repente y saqué la lengua
mientras volteaba los ojos.
-JAJAJAJAJAJAJA ¡QUÉ PEDO CONTIGO!
Me encanta hacerlo reír con mis estupideces.
-Qui pidi contigi...
Me quité los pedacitos de cinta de mis ojos y seguí pegando,
terminado seguí sacando cosas del resto de mis maletas, saqué mis camisas,
playeras, pantalones y ah... una foto de mi madre conmigo. Pero no iba a
enseñársela a Marco porque él probablemente-
-¡¿Ese niño lindo eres TÚ?!
Ugh.
-Sí, wey.
-Jajajajaja mírate por Dios, eras una bolita de carne y
hueso. Estabas gordibueno.
-Como probablemente cualquier niño sano.
-Al rato te vas a poner igual que en la foto.
Se fue y se echó en la cama a jugar o lo que sea con su
celular. Mientras yo había terminado de acomodar todas mis cosas y esconder mis
maletas debajo de su cama, me arrodillo para verlo.
-Hey.
- ¿Qué?
- ¿Me darás un tour por aquí?
- ¿Qué quieres hacer?
-Vamos al cine.
-Hmm... Está bien, hay un cine aquí cerca como a cinco
minutos caminando.
-Perfecto, voy a bañarme.
Me reí y empecé a esculcar en el clóset de Marco, quería
usar algo de él porque sé que le caga que agarre sus cosas, pero adivinen qué,
me vale verga lol. Y entonces vi que tenía colgada hasta atrás la playera que
usábamos de uniforme en la preparatoria, sentí como mi pecho se contraía y me
daba escalofríos en la espalda por tantas cosas que hicimos en ese corto
tiempo... La tomé, le hice ojitos y se la mostré. Marco se sorprendió y se puso
rojo como tomate.
-Ay. Nooooooooooo. ¿Es enserio, corazón? JAJAJA ¿por qué
tienes esta cosa vieja todavía?
-Ay sí ¿Qué querías? ¿Que la quemara o qué?
Frunció el ceño y volteó a otro lado, hizo como un mini
puchero, parecía niño chiquito. Pero lo entendía, había tantos recuerdos
impregnados en esa playera que no lo culpaba que reaccionara de esa forma, nomás
quería hacerlo enojar.
-Ya pues, jajaja, sorry, sorry... Tomaré esto, por otro
lado.
Agarré un suéter negro y una camisa de vestir blanca, unos
pantalones de mezclilla y mis bóxers verdes. En cuanto se dio cuenta Marco, me
metí al baño corriendo mientras él me perseguía y... me pegué.
-¡¡FUUUCKKKKK!!
Pinche departamentillo. Me pegué con el pinche lavabo de
cerámica en la rodilla cuando quise entrar corriendo. No mames Marco, ¿no
pudiste encontrar un cuarto más chico o qué? Escuché sus carcajadas al otro
lado de la puerta, hasta se me salió la lagrimita del coraje. Pero me aguanto
como macho (loool), me quité la ropa y anduve averiguando un poco de cuál era
la llave del agua caliente, pero con mi inteligencia superior le atiné.
Ya me urgía sentir el agua hirviendo en mi espalda, bueno
eso y la sensación de limpieza.
- ¡Nomás no tardes mucho, la presión del agua no es la mejor
aquí!
-Sí, sí, sí cuiden el agua, niños. Marco el vegetariano
hipster ha hablado.
Tomé el shampoo y ah... ese aroma. El cabello de Marco huele
tan bien. Realmente estaba disfrutando demasiado este baño. Salí ya cambiado (porque
yo me cambio literal saliendo de bañarme), y Marco de la nada había
transformado el departamento completamente diferente a como lo había visto
siempre.
-No mames ¿dónde estoy? Juraría que hace diez minutos estaba
en el desmadre que Marco llama "casa".
-Ja, ja, ja. Muy gracioso, Iván.
Le saqué la lengua mientras él rodaba los ojos.
-¿Tú ya estás listo o te vas a ir en esas fachas?
Traía su playera favorita de The 1975, un suéter gris de
esos que parecen de abuelo y un pantalón de mezclilla beige, era obvio que no
estaba en fachas, pero él sabe que me gusta hacerle burla.
-Cállate, ya vámonos.
Tomamos nuestras chamarras y salimos del departamento. A
veces cuando vamos caminando por la calle Marco me quiere tomar de la mano. Me
caga, aún no estoy acostumbrado a andar de maricón en público. Todavía me da
quién sabe qué cuando lo hace y claro que mi primera reacción es alejarme de
él, como solía hacerlo en la preparatoria. Es... difícil tratar de cambiar un
comportamiento que desde siempre se te ha inculcado.
-Ya wey.
Y ahí va otra vez de pendejo. Se ríe el idiota.
-No mames, pastelito, no hay gente por aquí.
"Pastelito". Me ULTRA ARCHI MEGA RECONTRA CAGA que
me diga así. Solía decirme así en la preparatoria tiempo después de que
salíamos en secreto por que hubo un tiempo en que vendía unos pastelitos que
estaban muy buenos. Y cuando me sobraban a veces él y yo nos los comíamos en la
cafetería donde él trabajaba. Me volteo y le doy un buen golpe en el hombro.
-Deja de estar jodiendo.
Pero bueno, es cierto, no hay ni un alma por aquí, de hecho,
se ve demasiado desértico para ser las 7 de la noche. Se soba el hombro y me
abraza. Aparto la mirada y siento como me pongo rojo poco a poco, esta vez no
lo aparté de mí, sino que simplemente lo dejé tomarme entre sus brazos.
-Tranquilo…
Alcé poco a poco con nerviosismo mis brazos y le correspondí
el abrazo. Me sentí tan seguro y por un breve instante me volví a sentir como
ese chico de dieciséis que se había enamorado por primera vez. Hasta que
escuché pasos y risas de niños que se acercaban y deshice mi agarre rápidamente. Marco
sólo se limitó a sonreír y seguimos caminando hasta el cine.